Por Paula Martínez Salas
En ejecución de la resolución 44/16 del Consejo de Derechos Humanos. Se celebro una mesa redonda de alto nivel sobre la prevención y la respuesta multisectoriales, incluida la respuesta mundial, a la mutilación genital femenina, celebrada el 23 de junio de 2021 durante el 47 período de sesiones del Consejo. En ella se analizaron los patrones y preocupaciones emergentes en relación con la práctica de la mutilación genital femenina, se destacaron algunas de las prácticas prometedoras observadas en la elaboración de intervenciones con perspectiva de género y basadas en los derechos, y se sugirieron formas de actuar de manera sostenible a todos los niveles, incluido en el contexto de pandemias mundiales.
Entre los multiples datos que se tratan en el informe elaborado por la Alta Comisonada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos considero importante para poder apreciar la transcendencia del problema, destacar los siguientes; el primer dato relevante es lo señalado por la Alta Comisionada para los derechos Humanos, la cual indica que la mutilación genital femenina era una violación grave de los derechos humanos que afectaba a mujeres y niñas de todo el mundo y que podía estar presente en más de 90 países. Mencionó que antes de la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19), se estimaba que había más de 200 millones de niñas y mujeres vivas habían sido sometidas a la mutilación genital femenina y que al menos 4 millones de niñas corrían ese riesgo cada año. Por otra parte he considerado sustancial las observaciones de la Directora de la Red Europea contra la Mutilación Genital Femenina la cual indicó que en Europa había más de 600.000 supervivientes de la mutilación genital femenina y que otras 190.000 niñas y mujeres corrían el riesgo de ser sometidas a esta práctica en 17 países europeos. Señaló que las cifras mundiales se basan únicamente en las estimaciones de prevalencia en 31 países.
Otro dato notable sería el destacado por la mayoría de los oradores en cuanto al aumento de esta práctica por nuevas formas emergentes como su medicalización. En 2020, 52 millones lo habían hecho a manos de profesionales de la salud. Varios oradores señalaron que la pandemia de COVID-19 había agravado la mutilación genital femenina.
Ante esta problemática las conclusiones a las que se llegó en la mesa redonda son la necesidad de redoblar los esfuerzos para erradicar la utilización genital femenina y ayudar a las víctimas proporcionándoles servicios y apoyo adecuados. Que para poder acelerar la eliminación de la mutilación genital femenina era necesario vincular la consecución de la meta 5.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible a las iniciativas mundiales, regionales y nacionales. Indicaron que la colaboración directa de todas las partes interesadas, especialmente a nivel familiar y comunitario, aceleraría los progresos. Los Gobiernos, las entidades de las Naciones Unidas, la sociedad civil y todos los sectores debían comprometerse a difundir el conocimiento y garantizar la participación real de las instituciones y las sociedades en general. Por último, se consideró que las intervenciones coordinadas eran fundamentales para prevenir la mutilación genital femenina y poner fin a esa práctica.
Paula Martínez Salas
Enlace al informe completo: Aquí
