Por Marcos Marugán Navas
El informe efectuado por la Relatora Especial pone de relieve la lepra como un desafío sanitario, social y de derechos humanos aún sin resolver, subrayando el necesario papel de la cooperación y solidaridad internacionales. Mediante el mismo, se denuncia la reducción de financiación y ayudas, que de manera directa afectan en los avances de tratamiento, especialmente en comunidades marginadas y países endémicos con apenas recursos propios.
El informe insiste en superar modelos basalmente caritativos, exigiendo nuevos enfoques centrados en los derechos humanos, la dignidad, la verdadera inclusión y su correcta participación social. Sus recomendaciones son asentadas dentro del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en la Agenda 2030 y en la Estrategia Mundial contra la Lepra; facilitando la integración de la lepra en marcos normativos de cooperación, salud universal y desarrollo sostenible.
Resaltan los avances logrados hasta la fecha, mejorando el desarrollo de plataformas de cooperación Sur-Sur, la creación de modelos inclusivos, por ejemplo, Anesvad o la Asociación Nacional Etíope de Personas Afectadas por Lepra, y promocionando la participación activa de los propios afectados en la toma de decisiones. No obstante, persisten obstáculos considerables, que dificultan la protección de los derechos de las personas afectadas por la lepra. El ejemplo más actual es la reciente crisis que se vive en Nigeria, la cual dificulta la investigación operativa y la distribución de medicamentos y su consecuente seguimiento del postratamiento.
La Relatora aboga por reforzar la cooperación internacional mediante una financiación sostenible, que mejore la coordinación global mediante el fomento de la investigación e innovación, utilizando consecuentemente arreglo a la situación tecnológica que vivimos, la inteligencia artificial. Es sumamente importante, como se remarca anteriormente en varias ocasiones, el ejercicio de prácticas solidarias y éticas que trasciendan de la mera beneficencia asistencial y busquen empoderar a los colectivos afectados, facilitándoles la labor dinámica de diseñar e implementar políticas y programas.
En conclusión, el informe exige un giro firme hacia modelos de cooperación inclusivos, intersectoriales y multisectoriales, con una política con financiamiento protegido que garantice la sostenibilidad y busque la erradicación de la discriminación. Todo ello conseguido mediante el refuerzo de alianzas, la participación efectiva y la integración de la lepra en las agendas globales; pudiendo así garantizar la dignidad, los derechos y la justicia para millones de personas aún víctimas de la lepra.
Enlace al informe completo: Aquí
Marcos Marugán Navas